sábado, 4 de junio de 2011

LA TRAGEDIA DE CHERNÓBIL

Día 26 de abril de 1986, tiene lugar el mayor accidente nuclear de toda la historia, un accidente que tuvo grandes efectos sobre la población y sobre las ciudades cercanas: La Tragedia de Chernóbil.


Este año se cumplen 25 años desde aquel fatídico día y he podido leer algún artículo que permite recordar la historia y que puede hacernos tomar conciencia para dejar de utilizar la energía nuclear e intentar buscar otras energías alternativas más limpias.

Lo ocurrido en Chernóbil fue lo siguiente. La Central Nuclear era administrada por el gobierno soviético. En medio de una prueba que simulaba un corte eléctrico, uno de los reactores, concretamente el número 4 aumentó de forma imprevista su potencia produciendo un sobrecalentamiento de su núcleo haciendo que el hidrógeno acumulado en su interior explotara.

Esta catástrofe nuclear será siempre recordada por su inmensa magnitud, ya que el material radiactivo liberado fue 500 superior al liberado por la bomba atómica que fue lanzada sobre Hiroshima por EEUU en 1945. El accidente de Chernóbil fue el único accidente que alcanzó la categoría más alta en la escala INES, llegando hasta el nivel 7.

Debido al nivel de la tragedia el gobierno soviético acordó tomar medidas drásticas para evitar un mal mayor. Se tomó la decisión de construir un “sarcófago” para aislar la central del exterior y así reducir el alcance de la radiactividad.  Este “sarcófago” se ha ido degradando con el paso del tiempo debido a fenómenos naturales y desde 2004 se lleva a cabo la construcción de uno nuevo para el reactor.

La explosión causó la muerte directa de 62 personas, en su mayoría “los liquidadores”, aquellas personas encargadas de apagar el combustible que estuvo ardiendo durante 10 días. También obligo al gobierno de la URSS a ordenar la evacuación de 135000 personas. La radiactividad emanada llegó a algunos países europeos. Sin embargo, el cierre definitivo de la central se produjo en el año 2000. Hoy, Chernóbil es una ciudad casi abandonada.

La contaminación del accidente se extendió por numerosas regiones cercanas a la central nuclear, siendo Bielorrusia la más afectada. En nuestros días, aun se encuentran vestigios de la contaminación de Chernóbil en el suelo, con estrocio y cesio, absorbidos por plantas y hongos que ingresan así en la cadena alimenticia.

Las consecuencias del accidente afectaron en gran medida a los seres humanos, ya que los casos de cáncer de tiroides se expandieron por Ucrania, Rusia y Bielorrusia. Además cada año nacen en Ucrania 6000 niños con deficiencias de corazón y deformaciones. Por otra parte, haciendo referencia a las plantas, los pinos de los alrededores de la central adquirieron un extraño color marrón y murieron. Esta zona paso a ser conocida como el Bosque Rojo. También la economía sigue siendo precaria puesto que se suprimieron la explotación de hectáreas de cultivos y otras de bosques. Por si fuera poco, la planta nuclear se desactivará completamente en el 2018.

A parte de las pésimas condiciones de seguridad que pudieran haber en la planta nuclear, está claro que la utilización de energía nuclear siempre implica un riesgo. Por ejemplo, en un supuesto caso de guerra nuclear, se liberarían 700 millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera.

A mi entender, el accidente de Chernóbil no es solo una parte triste del pasado de la humanidad, sino que puede y debe hacernos tomar conciencia de lo que es posible que pase en cualquier central nuclear del mundo. Porque, aunque solo haya hablado de Chernóbil se han dado casos en otros países como el accidente de Fukushima que es el más reciente.

La energía nuclear, no solo implica un peligro a la hora de que pueda estallar un reactor o pueda producirse la fusión del núcleo, sino que los residuos generados son un problema a corto y largo plazo debido a la tardanza de la pérdida de su radiactividad, lo que sigue suponiendo una permanente contaminación.

Sinceramente y desde mi punto de vista, creo que pese a la enorme cantidad de energía producida por las centrales nucleares habría que buscar alternativas más limpias y seguras, y que a la vez tengan una rentabilidad similar. Así que debería investigarse más a fondo la posibilidad de poder subsistir sin la energía nuclear y  a base de energías renovables como la eólica, porque creo que unos molinos en una montaña no suponen riesgo ninguno ante la posibilidad de una debacle nuclear.

JULIA DOMENE FERRÁNDIZ 1º BACH C.


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